En la reflexión sobre el relato de la creación (Gn 1,1-2,4) surgieron muchos aspectos de una gran riqueza de cara a un proyecto liberador. Destacamos uno que tiene que ver con el pasaje en que se dice “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza... Y creó Dios a los hombres a su imagen; a imagen de Dios los creó; varón y mujer los creó”.
Dios quiere la unidad en la diversidad. De la unidad y de la diversidad nacerá la vida. Afirmación que sirve para sirve para destacar que en una realidad como la nuestra marcada por la multiculturalidad, de esa unidad en la diversidad, nacerá la novedad, emergerá un nueva sociedad integradora de las diferencias, que haga la vida para todos los hombres y mujeres, creados a su imagen y semejanza.
De cara a este diálogo intercultural, se señaló que la visión cristiana de la creación puede aportar algunos elementos importantes para la construcción de la nueva sociedad integradora. En concreto:
- La idea de ser hijo/a que implica aceptar que el origen de la vida es la gratuidad, y que nos lleva a combatir la existencia actual de hombres y mujeres sin derechos.
- La idea de hermano universal. El Dios cristiano no es un ser solitario, sino que es familia, comunidad; de aquí la necesidad de combatir el individualismo, o la lectura de derechos humanos en clave individualista, a fin de construir un mundo más solidario
- Creado como ser libre y señor de la creación. Comprensión que nos lleva a combatir las modernas forma de esclavitud, sobre todo esa que reduce al ser humano a productor y consumidor, y que lo aliena en lo más profundo de su ser.
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