Vivimos una situación en la que la que todavía muchas
personas siguen viendo natural que las mujeres estén destinadas a la sumisión,
al anonimato, la opresión… y sean
reducidas a la condición de “objetos”.
Tratar de comprender este hecho, en el contexto de la
historia de salvación, implicaría negar la acción salvadora de dios en el
Pueblo de Israel, así como la práctica liberadora de Jesús, el Dios Encarnado,
que vino a instaurar el Reino en medio de los pobres.
Por eso, tanto la Iglesia como la sociedad, se está cayendo
en la cuenta de que la identidad y el ser de la mujer pertenecen a ese Dios que
la creó a su imagen. Una nueva conciencia que va generando un proceso de
cambios acelerados, estamos abriendo puertas que han estado cerradas por miles
de años, vamos descubriendo nuevas perspectivas, otro modo de ser y estar en el
mundo, otra manera de ver las cosas y leer la historia.
Desde esa nueva conciencia, en este XVII seminario de lectura
de la realidad, vamos a volver los ojos a la historia intentando recuperar la
herencia profética y liberadora de las mujeres de la Biblia. Mirada
retrospectiva que esperamos nos ayude a descubrir la fecundidad liberadora del
texto bíblico que nos muestran, de manera delicada y sencilla, rostros de
mujeres, que a pesar del sufrimiento y oscuridad a la que fueron sometidas por
la cultura y el poder patriarcal, fueron capaces de conquistar espacios de
participación, desempeñar papeles importantes y generar vida en abundancia para
el pueblo. Mujeres valientes, que rompieron barreras del sistema esclavista de
su tiempo, defendiendo y rescatando la vida allí donde estaba amenazada.
Mujeres inteligentes y sabias, mujeres discípulas, profetisas, misioneras, portadoras
de la Buena Nueva del Reino.
Y nos proponemos hacer este recorrido en un espacio de
oración, desde un doble convencimiento:
- que es una nueva manera de comprender a Dios, de hacernos preguntas y aproximarnos al misterio de la transcendencia, que nos constituye, nos habita y sobrepasa
- que nos ayuda a creer que es posible construir nuevas relación de equidad, respeto y reciprocidad entre las mujeres y los hombres, y a enredarnos en esa tarea.
Pero no podemos olvidar que la Biblia también está atravesada
de sombras. No en vano es palabra inspirada, pero escrita por hombres y, en
consecuencia, en un molde patriarcal, como queda de manifiesto en determinados
pasajes en los que se legitima la violencia y el empobrecimiento de las mujeres;
algo que no puede ser Palabra de Dios, y necesita ser reinterpretado desde
otras claves. Un ejemplo: Nos fijamos en Jr 20,7 “Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; me forzaste, y me violaste. Yo
era motivo de risa todo el día, todos se burlaban de mí”… Algunos autores
hablan de esos textos de terror del Antiguo Testamento para referirse a los
textos que legitiman la violencia contra las mujeres “en nombre de Dios”, y y nos preguntamos ¿puede ser la experiencia de
una violación un imaginario adecuado de Dios para las mujeres? ¿Que está legitimando?