miércoles, 15 de abril de 2020

RELEYENDO LA REALIDAD DESDE EL CORONAVIRUS



La crisis del coronavirus[1], terrible shock en el ámbito social, político y económico, y que intuimos afectará a nuestros modelos de vida personal y social, así como a los valores sobre los que se asientan, se nos presenta como un tiempo de contrastes y ambivalencias. Un tiempo que nos está sorprendiendo, tanto por las decisiones que adoptan los gobiernos, como por nuestra forma de asumirlas. Jamás habíamos imaginado, ni en el peor de los escenarios, renunciar a nuestras condiciones normales de vida, a las relaciones sociales, al trabajo, a las amistades, a los gestos cotidianos de afecto, a las convicciones religiosas y políticas… y hacerlo por el riesgo de caer enfermos, por el miedo a perder la vida, o hacérsela perder a otros.
Las medidas adoptadas por el gobierno sorprenden por su rapidez y su amplitud -aunque algunas voces critican, a posteriori, su tardanza-, sobre todo comparadas con situaciones pasadas, como el VIH, en que la actuación se demoró largo tiempo, seguramente porque entonces las víctimas eran negros, homosexuales, consumidores de drogas… personas marginales que contaban poco o nada, mientras que ahora la amenaza es a todos.
Esta pandemia puede ayudarnos a actualizar nuestra lectura de la realidad, y podemos entenderla como un signo de los tiempos que aporta nuevas luces y sombras sobre nosotros y nuestra vida en este planeta y en este momento concreto. Nuestro ser personal, nuestras relaciones personales, nuestra relación con la enfermedad y la muerte, el sentido y la importancia de los trabajos, los servicios públicos, la política y su relación con la economía… son sólo algunos de los aspectos que comenzamos a repensar en estas nuevas circunstancias.




[1] En los momentos de escribir esa reflexión nos encontramos todavía en fase de confinamiento, sin tener certeza de cuándo va a finalizar