En la sesión del seminario anterior
a las elecciones europeas se planteo la necesidad de dialogar acerca de las
mismas, como un hecho importante. El planteamiento se hace enmarcando en los
contenidos que en esa sesión teníamos marcados, y dentro de la metodología
propia del seminario: contrastar realidad y Palabra de Dios:
- La oración, que este curso está teniendo como hilo conductor las comidas de Jesús, especialmente a través del Evangelio de Lucas, y en las que encontramos importantes y polémicas enseñanzas de Jesús, que nos dan a conocer a su Padre y nos enseñan el significado del Reino, en ese sentido hemos considerado que podíamos descubrir en esas enseñanzas caminos de humanización para estos tiempos difíciles. El texto de esta sesión era “La cena de despedida de Jesús con sus discípulos” (Lc 22, 14-38)
- Dentro del tema de reflexión de este curso: “La deshumanización: raíces y claves para una nueva humanización”, íbamos a reflexionar acerca de la aportación de los profetas, en concreto Amós, a la denuncia de las crisis e injusticias de su tiempo.
- Como Palabra de Dios cercana, acabábamos de celebrar el “domingo del Buen Pastor”, en el que se a Jesús como puerta y pastor.
Además de estas herramientas se
leyó el MANIFIESTO que diversas organizaciones eclesiales (Caritas, Confer, Hoac,
Justicia y Paz y África-Europa-Fe-Justicia) realizan con motivo de esas elecciones.
Nos pareció oportuno, poner en la
Mesa del Señor que nos planteaba el texto de Lucas, poner el acontecimiento de
las elecciones europeas, dada su importancia y trascendencia en relación con el
tema de las raíces de la deshumanización, y las posibles alternativas. Además
nos pareció que el texto de Lucas plantea la “regla de oro” que posibilita la
regeneración de la política y la recuperación de la preocupación por las cosas
públicas por parte de los ciudadanos: “Los
reyes de los paganos los tienen sometidos y los que imponen su autoridad se
hacen llamar bienhechores. Vosotros no seáis así; antes bien, el más importante
entre vosotros sea como el más joven y el que manda como el que sirve…” Una
vez más, frente a la tentación de la autoridad como poder, la propuesta
evangélica es la del servicio.
¿Quiénes nos imponen hoy su autoridad
y se hacen llamar bienhechores? ¿Quiénes son más importantes, las personas, sus
casas amenazadas por los desahucios, su trabajo…? o los poderes económicos y
financieros, la propia clase política…
Jesús habla del futuro inmediato
y del escatológico y prevé que no son tiempos fáciles ni propicios: la desafección
de los apóstoles: la traición; las luchas por ser el mayor… sus comportamientos
van a hacer de ellos unos “malhechores”, porque -contra la voluntad de Jesús-
van a usar la espada, de manera que, paradójicamente
Jesús mismo va a ser “contado entre
los malhechores”.
Esta desafección será tal que les
llevará a tomar una serie de medidas impensables en la época de confianza en
Dios y de abandono en sus manos. Pero, paradójicamente, a pesar de tanta
debilidad y claudicación, Jesús cuenta con el papel eclesial decisivo de los
apóstoles. Jesús no llama e invita a su mesa, a la construcción del nuevo reino
a los puros, llama a los pecadores.
Respecto al Buen Pastor, se
destaca la necesidad de
usar la imagen de “ovejas y pastores” con cuidado, pues muchas veces se ha
utilizado para subrayar la imagen de una iglesia jerárquica, alejada a esas
otras de Pueblo de Dios, de fraternidad de hijos de un mismo Padre… mucho más
coherentes con el Evangelio.
Respecto a la voz del Pastor,
señalar que hoy hay muchas voces y es muy difícil distinguir la del Buen
Pastor, la del camino que lleva a construir la fraternidad.
El Buen Pastor, es el que se
preocupa y se interesa, no como los ladrones y salteadores que escalan las
paredes del redil para matar y robar. Ante el hecho de las elecciones tenemos
que plantearnos si muchas de las políticas que se vienen aplicando desde la
lógica dominante que preside la construcción europea no tendríamos que denunciarlas
como políticas de rapiña y asesinas.
La
imagen del Buen Pastor, por otra parte, sugiere la imagen del “Buen Político”,
de la autoridad bien entendida, al servicio del pueblo, cuyas necesidades se
ponen por delante, hasta el punto de que "el buen pastor da la vida por
sus ovejas". El buen Pastro no se plantea los recortes en la sanidad, en
la educación; no entiende que se deje a las personas sin trabajo, sin vivienda…
Eso es propio de quienes no se adentran en el pueblo por la puerta, de quienes
abusan del pueblo para robarle y enriquecerse.
La
referencia a los profetas y a Amós nos recuerda la necesidad que tenemos hoy de
profetas (pequeños profetas que denuncien las situaciones…) y el peligro de
fiarnos de autoproclamados salvadores.
En la
presentación de Amós se señalaba que él, como nosotros, vivía en “una nación
rica, pero que esa prosperidad y bienestar esconden una terrible desintegración
social. La situación de la mayoría era tremendamente dura y el estado no se
preocupaba lo más mínimo para mejorarla. Existían grandes injusticias y un
contraste brutal entre pobres y ricos. Los pequeños agricultores eran los que
más sufrían, siempre a merced de los usureros y las calamidades naturales. Este
sistema, ya duro de por sí, se agravaba con la ambición de los ricos y
comerciantes que se aprovechaban de las fianzas dadas a los pobres para
aumentar sus riquezas y poder. Falsificaban pesos y medidas, manipulaban las
leyes y corrompían a los jueces con regalos. A esa corrupción social y política
había que añadir la corrupción religiosa…”.
En ese
contexto aparece Amós que, como dice, “yo no soy un profeta profesional (7, 14)”;
era un ganadero al que el Señor envía a su pueblo. En su mensaje Amós anuncia
el castigo a su pueblo descarriado y corrupto, y explica a la gente la
motivación del mismo, denunciando una serie de pecados concretos, entre los que
destacan el lujo, la injusticia, el culto falso y la falsa seguridad religiosa.
Una de las cosas más criticadas por Amós es el lujo de la clase alta de la
sociedad: “beben el vino en elegantes
copas,
se ungen con el mejor de los aceites pero no
se conmueven para nada…” Lo peor del caso es que los ricos disfrutan de esta situación a
costa de los pobres. Sus riquezas las han obtenido oprimiendo a los pobres y
maltratando a los necesitados (Am 4, l), conculcando al indigente y exigiéndole
impuestos injustos (Am 5,11), oprimiendo al inocente, aceptando soborno y atropellando
a los pobres en el tribunal (Am 5,12), pisoteando y eliminando a los humildes
del país (Am 8,4), reduciendo el peso de los sacos de cereal y aumentando el
precio, y modificando las balanzas con engaño, para comprar al indigente con
plata y al pobre por un par de sandalias (Am 8,5-6).
También
denunciará a los fieles que siguen con sus prácticas religiosas, y piensan que esa
situación de desigualdad, opresión e injusticia social no es incompatible con
la religión: “Aborrezco y rechazo
vuestras fiestas, no acepto vuestras asambleas... Que fluya como agua el
derecho y la justicia como arroyo perenne” (Am 5, 21-24).
Concluimos
nuestra breve reflexión señalando la importancia de estas elecciones, a la
vista de tanto sufrimiento inocente que vamos descubriendo a lo largo del
seminario, y señalando la necesidad de seguir reflexionando sobre el tema, a
ese respecto se adjuntan algunos documentos que puedan ayudarnos a ello. Se recuerda también que, aún siendo
importantes las elecciones, lo fundamental es el compromiso en el día a día por
encarnar esos valores que hagan posible una mesa compartida y fraterna para
toda la humanidad, y nuestra implicación en la denuncia de las injusticias y comportamientos
que se oponen a ello.
Textos
para seguir reflexionando.