Esta crisis que tanto castiga a los más débiles y vulnerables; que tanto hace sufrir a multitud de familias trabajadoras que han perdido su vivienda, víctimas del paro y la precariedad... Esta crisis que está dejando al descubierto la maldad y violencia de tanta estructura económica, financiera y política…
Esta crisis, tan tristemente real y cruel, no tiene la última palabra en nuestro mundo. También existe el Amor, germen de una nueva humanidad. Esto es lo que celebramos los cristianos en Navidad: El Amor y la Esperanza, porque a pesar de todo, Dios sigue naciendo en el corazón del hombre.
Humanidad y Esperanza son mi deseo para todos, especialmente para todas aquellas personas a quienes la crudeza de la crisis les hace muy difícil esperar.